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El simbólico y discursivo vestuario de Poor Things.

  • Foto del escritor: Liz  Almeida
    Liz Almeida
  • 16 mar 2024
  • 4 Min. de lectura

Ya sea por cinta del año, actuación o banda sonora, sobra explicar la magnitud que implica ganar un premio Oscar, el reconocimiento ampliamente considerado como el máximo honor en el cine. No obstante y aun cuando un arte como la cinematografía es subjetiva y casi personalmente interpretativa, existe una categoría dedicada al trabajo tras el diseño de vestuario que pocas veces logra la excelencia ya no solo por su complejidad técnica, sino también por su narrativa compartida con la cinta en cuestión. El diseño de vestuario de Poor Things, a cargo de Holly Waddington se suma merecidamente a esta lista desde la noche del pasado 10 de marzo.


POR LIZ ALMEIDA 16 DE MARZO 2023.



Las elecciones que vemos a cuadro no son una casualidad, desde cada palabra escrita hasta la posición en que se sitúa lo que observamos en cada escena, corresponden al trabajo y sensibilidad de un equipo de profesionales que logran en conjunto celebrar el arte del cine. El diseño de vestuario figura aquí, entre otras tareas de producción, como un elemento clave a la hora de contar una historia de forma visual, simbólica e implícita.


El caso de Poor Things es digno de ser analizado y aplaudido. Y es que la excentricidad de las prendas que portan los personajes de la cinta adquieren un sentido profundamente emocional así como una intención que dramáticamente contribuye al desarrollo de la historia.


Para lograrlo, Waddington lo tenía claro: una trama compleja requiere vestuarios a la altura: peplums exagerados, mangas excéntricas y una paleta de neutrales fueron algunos de los elementos encargados de ejecutar la misión de retratar la evolución de los personajes, pero si vemos más allá y comprendemos la conexión vestuario-trama dicho valor incrementa.



El argumento de la cinta sigue la historia de Bella Baxter, una mujer que se suicida estando embarazada, hasta que un excéntrico cirujano llamado Godwin Baxter la revive remplazando su cerebro con el de su hija no nacida; razón por la cual actúa cual infante en pleno descubrimiento del mundo mismo en el cuerpo de una mujer aparentemente experimentada y vivida.


Condiciones importantes como la época victoriana, Londres y la estética steampunk retrofuturista orientaron la personificación de los personajes en cuestión, mas la aventura de Bella Baxter por aprender de la vida y crecer y auto descubrirse esta claramente reflejada en su forma de vestir a lo largo de la película.



La inspiración creativa ayudó bastante en la construcción del personaje: la forma exagerada de los pantalones inflables, una pintura de Egon Schiele que inspiró la paleta de colores y su melena extralarga azabache. Pero la premisa que resultó ser parte del corazón del personaje interpretado por Emma Stone consiste en la idea central de Holly: la ropa debía evolucionar a la par que su visión del mundo.


Y justo así sucede: el vestuario que Stone utiliza en las primeras escenas transcurridas capturaron su estado infantil, considerando que su cerebro se encontraba en desarrollo y las elecciones de vestir no dependían de ella sino de la asistente medica: justo como sucede en el curso natural de un niño que no está a cargo ni ha desarrollado un estilo personal, inclinándose a lo femenino y de estructura holgada casi como ropa interior.





Otro de los míticos conjuntos es el seleccionado para Lisboa, con piezas inspiradas en la modestia de los vestidos victorianos sin relleno, colocados con intención de hacerlos lucir como un babero con el fin de reflejar la libertad que Bella construía a su paso, despreocupada por llevar piezas de ropa interior como ropa exterior.



La colorimetría es otro tema por si mismo: los tonos dorados, amarillos y azulados buscaban esa asociación delicada a los cuentos de fantasía, porque era la impresión del personaje en dicho momento: un optimismo por conocer el mundo que en sus ojos lucía en pasteles alegres que merecían ser expresados.


La peculiaridad y extravagancia de sus mangas es un elemento que indiscutiblemente pasará a ser icono de moda dentro del cine, y es que en toda la cinta cada aparición de estas estructuras imponentes interpretaban a un personaje más de forma involuntaria, incluso cuando está contrayendo matrimonio fungen como una declaración junto con el tul y la seda del vestido: evocar una sensación de atrapamiento a través de la estructura similar a una jaula aunque su cuerpo siguiera visible.


El mensaje culmina en una mujer advirtiendo que no necesita a un hombre en una época donde las mujeres son vistas como una propiedad a poseer, encontrando en el proceso su voz independiente donde lo convencional era silenciarlas y reprimir sus ideas del mundo. La contradicción de la mente del personaje al mundo rígido que explora en toda la cinta es fascinante e inspirador. Una invitación al descubrimiento que logra ser doblemente atractiva con semejantes visuales que logran incitarte tanto a ello como a usar un par de mangas gigantes que recuerden el empoderamiento que las experiencias que la vida ofrece cuando la vives desvergonzadamente.

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