Vestir a tu niña interior: Moda, sanación y reconexión
- Liz Almeida
- 9 abr
- 3 Min. de lectura
La moda tiene un poder que trasciende tendencias y estilos. Más allá de banalidades y superficies, la ropa es un reflejo de quienes somos y de las etapas que vivimos. En ella se guardan recuerdos y emociones que nos acompañan desde siempre, incluso si no somos del todo conscientes de ello. ¿Y si pudiéramos usar la moda como un puente para reconectar con nuestro yo más puro, con esa niña que fuimos?
POR LIZ ALMEIDA 15 DE ENERO 2025.

Y es que las prendas guardan historias. Algunas nos transportan a momentos específicos: días de escuela, tardes jugando en casa o aventuras que quedaron grabadas en nuestra memoria. En esos años, no teníamos miedo de ser auténticas y vestíamos desde la libertad más pura, sin preocuparnos por las tendencias o las opiniones ajenas.
Según la psicóloga Karen Pine, autora de “Mind What You Wear”, la ropa que usamos está directamente relacionada con nuestras emociones y recuerdos. Esto explica por qué ciertas prendas —como aquel vestido que llevaste en tu cumpleaños o los tenis que usabas todos los días— pueden evocar sentimientos de seguridad, alegría o nostalgia. Revisitar esos looks no es solo un acto de estilo; es una manera de reconectar con emociones pasadas y, en el proceso, sanar.

De niña, mi estilo no era una elección consciente, pero sí una expresión genuina de quién era. Mi atuendo predilecto que parecia en cierto punto un uniforme usado los siete días a la semana tras la escuela era sencillo, pero significativo: una playera amarilla, shorts de mezclilla desgastados y mis inseparables converse lila. Para mi yo de 10 años, ese look era una declaración de estilo. Me hacía sentir cómoda, libre y segura.
Hoy, al recordarlo, me doy cuenta de algo poderoso: la moda no solo evoluciona, también cuenta nuestra propia historia. Ese outfit, que probablemente ahora no elegiría por cuestiones de estilo, era un refugio para esa niña que aún vive dentro de mí. Sus colores suaves y su sencillez me recuerdan una etapa de inocencia y autenticidad que vale la pena revisitar.
Según un artículo del Journal of Fashion Psychology, los outfits que elegimos son una forma de comunicación no verbal. En la infancia, nuestro estilo suele ser más auténtico porque no está influenciado por normas sociales ni tendencias, lo que nos permite expresarnos con total libertad.
Volver a vestir esos looks puede ser una forma de reafirmar nuestra identidad original y recordar quiénes éramos antes de que el mundo nos dijera quién debíamos ser.
Revisitar esos recuerdos y las emociones que cargan es un acto de sanación.

Por mucho tiempo evadí esas prendas porque sentía que no representaban el conocimiento de moda que he adquirido con los años. Pero recientemente entendí que, al abrazar esos looks, reconozco a la versión más pura y real de mí misma.
De hecho, hay toda una corriente en la psicología de la moda llamada “fashion therapy” que explora cómo la ropa puede influir en nuestra salud mental. La terapeuta Dawnn Karen, pionera de esta práctica, sostiene que “usar prendas simbólicas puede ayudarnos a sanar partes de nuestro pasado.” Recrear esos outfits que marcaron nuestra infancia no es solo un ejercicio de estilo, sino una herramienta emocional para reconciliarnos con nuestra niña interior.
¿Y si la moda se convirtiera en un puente de sanación?
Recrear esos looks tan icónicos como personales puede ser una forma de decirle a esa niña que sigue aquí, y que no ha sido olvidada. Es un ejercicio emocional que nos ayuda a recordar quiénes fuimos y reconocer en quiénes nos hemos convertido.
En la actualidad, he notado un comentario recurrente en el mundo de la moda: “pareces un niño vistiendo.”
Desde mi perspectiva, esto es un cumplido. ¿Por qué sería algo negativo?
Los niños se visten desde la libertad, sin reglas ni miedo a la opinión ajena. Volver a esa complicidad con nosotros mismos, con esa niña que fuimos, es un acto de amor y aceptación. Es decirle a esa niña que, aunque hemos cambiado, seguimos siendo la misma persona llena de sueños, fuerza y autenticidad.
La ropa es mucho más que apariencia. Es una extensión de nuestras emociones, un reflejo de nuestras etapas de vida y un puente hacia nuestros recuerdos. Al vestir a nuestra niña interior, podemos sanar heridas del pasado, abrazar quiénes fuimos y recordar que, incluso hoy, seguimos siendo esa misma niña curiosa, soñadora y valiente.
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