Sin reglas, creativa y extravagante: así es la moda en 2022.
- Liz Almeida

- 22 feb 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 3 feb 2023
A 3 meses recién cumplidos de la llegada del nuevo año, podemos afirmar que la moda, a estas alturas del partido, está de todo menos limitada.
POR LIZ ALMEIDA 15 DE MARZO DE 2022

La pandemia provocada por el Covid-19 en 2020 llegó a marcar la vida que solíamos conocer. En su paso, se encargó de romper esquemas que considerábamos permanentes, yendo desde lo más básico hasta lo más complejo y sistematizado como la forma en que la economía del mundo circula y las dinámicas sociales, que atravesaron la cotidianidad para simbolizar posibilidades colmadas de riesgos.
Ante ello y como todo sector que sustenta el funcionamiento del mundo moderno, la moda se vió en la necesidad urgente de enfrentar un cambio innegociable: modificarse desde sus prácticas de producción, hasta la proposición de alternativas comerciales que resultaran oportunas dado el contexto sanitario y social atravesado en su momento.
Fue en tiempo récord que la moda en sí, se convirtió en uno de los instrumentos con mayor disposición a flexibilizarse y amoldarse a las circunstancias; ya que pese a ser una industria acostumbrada a un estilo de funcionamiento determinado de hace años, demostró no estar adherida a él, y no dudo en adaptar y modificar su forma acorde a las necesidades que demandaba la pandemia, el confinamiento y hasta a los estragos que posteriormente se iban sumando a la lista de fracturas y secuelas que azotaron al mundo.
Y es que no solo la industria textil debió aprovechar la crisis para apoyar a los más vulnerados mediante la producción masiva de mascarillas faciales y donaciones, como fue el caso de la casa de alta costura Dior y Gucci, sino que también, apostó por una adaptación al estilo inevitablemente emergente del confinamiento internacional, uno cuyo principio es muy simple: comodidad antes que glamour.
Se trató de dos elementos primordiales a la hora de hacer frente a esta lucha, que serían reflejados en los elementos de vestir de todas las personas alrededor del mundo; desde personal médico usando capas de prendas cómodas y adecuadas para sus arduas jornadas laborales, hasta reconocidas fashion vloggers distinguidas por sus estilos resplandecientes y elevados, optando esta ocasión por conjuntos deportivos, holgados y discretamente apropiados para el único lugar que muchos conocimos durante meses marcados por incertidumbre e impotencia, nuestros propios hogares.
Cuando las respuestas a todas las cuestiones formuladas entre la búsqueda del fin de la pandemia fueron apareciendo progresivamente, como el retorno a actividades esenciales, las personas encerradas como método de supervivencia tuvieron asimismo su respectiva respuesta en materia de moda: recuperar su estilo adaptándolo como si de una armadura se tratara, acondicionándolo al mundo exterior en actos de valentía y por supuesto una consolidación necesaria del sentido de la moda que estaba siendo degradado justo como nuestros caóticos pensamientos.
Pero lo hemos contemplado desde el 2021, que la recuperación por la ansiada normalidad no regresa exactamente igual a como la vimos por ultima vez. Y no es para menos, considerando que esta pandemia fue un removedor constante de fibras sensibles y salvador de conciencias, pues la moda se pronunció; y gritó a los cuatro vientos que se cansó de ser dictaminada por aspectos por los cuales evidentemente el día de mañana nos arrepentiremos.
No solo estamos frente a estilos más estructurados en las personas, que en medio de tanto tiempo libre lograron encontrar el suyo e incluso llegar a perder prejuicios e ideas sobre lo clásico y neutral como la única apuesta adecuada para vestir. Sino que también estamos frente a perspectivas que advirtieron que la moda no es sinónimo de superficialidad, y que de hecho, se trata de una herramienta que logra lo que ninguna otra; transmitir mil y un cosas sin decir una palabra.
Hoy, podría apostar que más de uno se sentiría identificado con lo anterior, yo incluida. No me atrevería a afirmar que mi estilo era radicalmente distinto antes de la pandemia comparándolo al de la actualidad. Pero puedo señalar que las condiciones me impulsaron a terminar de definir su estructura e identidad, y que, fueron estas mismas condiciones las que me hicieron percatarme que vestir lo que te gusta no debe esperar salir del armario hasta que una ocasión socialmente categorizada como “especial” llegue a nuestros itinerarios anunciando su ansiada oportunidad.
La pandemia nos ha dejado múltiples lecciones, entre ellas esta qué
La vida misma es ESA ocasión especial. No es un evento de etiqueta, ni una cita, ni mucho menos una vez al año en celebraciones de cumpleaños o aniversarios. Es la vida que saboreamos día con día. Y espera con ansias por nosotros al siguiente.
Por suerte, podemos verlo el día de hoy en las calles, y ya no solo en las pasarelas. En pantalones de lentejuelas que brillan con la luz del sol de la 1 de la tarde, en los jeans con aberturas y decoraciones que antes solían parecer demasiado para actividades locales, colándose en zapatillas extravagantes de colores vibrantes, o en joyería que antes, solo podríamos visualizar en vestidos de noche. Que mis ojos vean esto al salir de casa me deja en claro que hemos comprendido un par de cosas que debimos haber hecho antes. Que hemos valorado la diversidad que se nos ofrece y sobre todo, le hemos dado un concepto propio y específico que la enriquece.
Lo cierto es que este mensaje estuvo – y ha estado- implícitamente presente desde siempre. La vida resulta efímera y nadie posee la certeza adecuada para saber si en un par de días algún conflicto paralizara al mundo de la forma en que hemos sido testigos con la pandemia. El estilo y la moda ha evolucionado y ha seguido el paso acelerado del caos de forma aplaudible, y creo firmemente que para hacerle justicia a esta serie de cambios y transformación social, debemos corresponder y pronunciar la respuesta más adecuada posible: vestir lo que nos gusta, porque nos gusta y nada más.
Dejo las etiquetas, reglas e ideas equivocadas en el fondo del armario. En ese mismo rincón en el que conservaba las prendas más extravagantes y autenticas que esperaron más de lo debido para disfrutar lo que mucho tiempo no valoramos. Eso llamado vida.





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