La (necesaria) evolución de las campañas de belleza
- Liz Almeida

- 1 oct 2023
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No es secreto ni novedad que en pleno 2023 la disrupción de los estándares de belleza es un decreto que progresivamente construye la nueva normalidad y los productos que la sustentan. Tampoco lo es que dicho logro ha debido superar una imposición cuestionable de años de estereotipos que han determinado al mercado de belleza.
POR LIZ ALMEIDA 01 DE OCTUBRE 2023.

Lo que sucedió en los años que comercializaban pieles completamente lisas y pestañas de impacto, tuvieron un efecto que, como parte de las buenas noticias, está siendo revertido en una deconstrucción sobre la proyección de las campañas de belleza y los ideales que el público cree, pero sobre todo, aspira obtener.
El concepto de belleza data desde tiempos ancestrales como una concepción subjetiva que ha evolucionado en la mente de la humanidad, coincidiendo siempre en el principio de caracterizarse por ser interpretado como atractivo. Tomar nota de que el contexto social e histórico determinan lo que encaja en este significativo término, lo que permite comprender que la determinación de los últimos años por ampliar el espectro de lo que amerita considerarse ‘bello’ es revolucionario en toda su extensión.

Maybelline
Es lógico cuando repasamos la evolución de los ideales estéticos del siglo anterior hasta la actualidad; la palidez del siglo XX, la intensidad femme fatale de los 20’s con labios granate, cejas esculpidas de 1930, delineados seductores atribuidos a Marilyn Monroe en los años 50 que dieron un giro inesperado en la naturalidad de los 70s para volver a cambiar por colores vibrantes; estéticas que iban del punk y mudaban al pop, después a la sobriedad noventera y finalmente llegar a lo que conocemos hoy día: una propuesta de belleza que prioriza lo que esta nos hace sentir, y no solo como nos hace lucir.
Y es que este progreso puede ser analizado con facilidad no solo en tendencias estéticas, sino también a través de la transformación publicitaria y la representación de la mujer misma, una que ha cambiado radicalmente como resultado de la transformación ideológica social. Basta con echar vistazo a la propaganda de 1950 que reforzaba concepciones misóginas y denigrantes, una ideología que tenía credibilidad porque todos los mensajes focalizaban tales principios. ¿La respuesta?: una sociedad que creía correcto señalar a las mujeres como herramientas complacientes porque todo a su alrededor lo indicaba.

He ahí el impacto de la publicidad que nos rodea y la importancia de cambiar las narrativas que forjan nuestra percepción del mundo.
Si enfocamos el tema hacía el mercado de belleza encontraremos importantes cambios que, con detalles simples en sus productos comerciales y publicitarios, han obtenido avances significativos en materia de salud mental. Por que existe una diferencia abismal cuando actualmente se compra un rímel cuya propaganda exhibe pestañas realistas, o una base de maquillaje que respeta pieles con textura y pecas, a comparación de campañas que datan en un aun no tan lejano 2006, donde la naturaleza facial pasaba a segundo plano y era sustituida por imágenes irreales que, pese a su obviedad, imponían ser alcanzadas.

Las nuevas generaciones podrán contar con una visión mejorada sobre la belleza comercial, y no solo por la evolución de las campañas, sino por la deconstrucción del concepto mismo. Aquellas otras que crecieron con imágenes excesivamente retocadas quizá tienen una versión distinta, pero también la oportunidad de liberarse de tales exigencias estéticas y, sobre todo, abogar y darle continuidad a este proceso de cambio con un camino aún extenso, pero cada vez más alcanzable.





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