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¿Podemos vengarnos a través de la ropa?

  • Foto del escritor: Liz  Almeida
    Liz Almeida
  • 20 jun 2023
  • 4 Min. de lectura

Término impuesto desde aquel 29 de junio del 94, en el que la princesa Diana portó un vestido negro de corte seductor en su primera aparición publica tras el adulterio por parte de su entonces marido Carlos, pasando a la historia como el icónico <<vestido de la venganza>>. Años después, el concepto prevalece, pero el trasfondo de ‘vestirse para vengarse’, ¿es una realidad intencionada? ¿o una accidental proyección emocional traducida visualmente? Revelemos ambas cuestiones.


 

POR LIZ ALMEIDA 20 DE JULIO 2023


Ya hemos hablado del rol que la comunicación y psicología ejercen sobre todo aspecto cotidiano, y aunque ser princesa de Inglaterra no entra exactamente en los parámetros característicos de la normalidad, Lady Di -y la elección sacada desde su armario aquella noche- tenían consciencia de su papel.

La regla social que existe en torno la relación vestimenta-identidad ha estado presente desde siempre -y pese a que su cumplimiento es opcional y personal- es parte de la naturaleza humana y cultural vestir acorde ocupaciones, clima, posiciones sociales, ubicación, temporalidad, valores personales, e inclusive estados emocionales.


Y es que si hablamos de una intencionalidad tal como la venganza debemos atribuirle todo el peso a esta última cualidad: un estado emocional que, independiente a su causa y origen, estimula una necesidad de emitir mensajes que demuestren y declaren implícitamente una superación tan personal como sentimental de los diversos motivos que orillen a este deseo.

Todo radica en un principio lógico de la psicología humana ligada directamente al vestir, puesto que un sentimiento inclinado a negatividad, ira o depresión favorece circunstancias que las mantengan, en este caso se explicaría el porque una persona con tristeza profunda es manipulada por su estado emocional, optando por prendas que resulten más reconfortantes que glamurosas por obvias razones.


Aunque esté de más mencionar la diversidad de métodos de afrontamiento a crisis, la psicología del vestir también propone que, con el fin de desafiar el sentimiento que una perdida, ruptura o infidelidad provoca, podemos jugar las cartas a la inversa y vestir como tal, expresando mediante el estilismo que internamente no hay un lío temporal y dando fe al popular ´´como me veo, me siento´´- aun cuando los sentimientos no coincidan en este momento con nuestras prendas-.


No confundamos que el vestir las prendas más valiosas de nuestros armarios resolverán problemas que radican en relaciones interpersonales, sociales. Pero si podemos atribuirle un incremento en nuestra dosis de confianza, autoestima y una nueva dirección sobre la perspectiva que nuestros problemas suele nublar.


La comunicación no verbal es tan importante como la verbal, siendo que inconscientemente transmitimos información y se desempeña como un medio de expresión importante que no solo percibimos personalmente sino a niveles colectivos. Karen Pine, profesora de psicología de la Universidad de Hertforshire asegura en su libro Mind What You Wear: Psychology of Fashion que de hecho, la ropa que llevamos cambia nuestra manera de pensar y autopercepción. Así que la venganza a través de la ropa es totalmente posible, ya que si hemos repasado que la moda comunica tanto mensajes como trasfondos psicológicos y sociales, la idea de vengarse es lograda mediante este conjunto de factores alineados a la intención de proyectar éxito, triunfo y superación.


¿Qué motiva al dress for revenge?


Se cree que el vestirse para vengarse es provocado en su mayoría por rupturas, separaciones y perdidas ligadas a relaciones románticas, y aunque tal señalamiento coincide con el caso de celebridades que públicamente han seguido la catedra de estilo impuesta por Lady Di a partir de su divorcio, el dress for revenge cumple su propósito cuando se presenta una alineación entre nuestra imagen y la canalización emocional en un acto de amor propio como arreglarnos para estimular un cambio gradual en el animo y moralidad.



Derecha a izquierda: Shakira, Miley Cyrus, Julia Fox, Selena Gomez, Olivia Wilde & Mariah Carey.


Cantantes como Shakira en Cannes 2022, Mariah Carey en la alfombra de los VMA’s del 97 o Miley Cyrus en su video musical Flowers, son ejemplos de un limpio y exitoso dress for revenge, una reinvención de estilo y camino. Aunque si hablamos de otro factor en común -no exactamente ornamental- no pasemos desapercibido el empoderamiento que tales mujeres proyectaron de principio a fin en su cometido que resulta tan importante y necesario para hacer frente a naturalidades de la vida


¿Cómo lograr el Dress for revenge?


La libertad es pieza clave del dress for revenge porque es tan personal como la forma en que individualmente decidimos tratar respectivos conflictos, pero si eres leal a los símbolos y jugadas maestras de la imagen personal, el color negro siempre será una apuesta ganadora.

Evocando al luto, sobriedad y discreción sin perder la elegancia, sofisticación y presencia, es perfecto para pronunciar sin necesidad de silaba alguna, un ‘sigo de pie (y lo hago luciendo increíble)’. Los accesorios y elección de elementos complementarios dependerán de otros factores, pero si la confianza se posa en ti desde que tus ojos coinciden con tu reflejo, estás definitivamente del otro lado.


Existe validez en vestirse para vengarse siempre y cuando sea una decisión unidireccional que no haga mas que favorecer un estado emocional personal, tal como la existe en superar problemas de cualquier otra forma respetuosa y consciente

Pero no debemos perder de vista que al final del día y desde aquel histórico 29 de junio de 1994, Lady Di -como todas las mujeres- vestimos para nosotras mismas, siendo que la venganza es solamente una consecuencia que recae en las circunstancias o dificultades que superan, las cuales en ocasiones, son mucho más llevaderas con vestido largo y tacones.



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